Berenice Abbot; del retrato a la belleza estética de la fotografía científica:
Sonia Rive
Dentro de
las artes, tenía pendiente la fotografía, y si tenemos en cuenta que ésta no
siempre fue considerada un arte y mi obsesión por los años veinte y por las
artistas lesbianas de esa época, digamos que se prometía complicado encontrar a una mujer que, a pesar de ello, llegara a ser una de las grandes figuras de la
historia de la fotografía. Bicheando por
las redes la encontré:
Berenice
Abbott, una
artista cuyos retratos influyeron en la fotografía documental y artística del
siglo XX. Descubrámosla.
Berenice Abbott (Ohio, 1898 – Maine, 1991) siempre tuvo clara su
vocación artística. A los 20 años de edad, se traslada desde su ciudad natal Springfield a
Nueva York para estudiar escultura. Tres años más tarde, la artista
norteamericana decide viajar a Europa en
busca de la vanguardia artística.
En París, conoce a Jean Cocteau,
James Joyce, André Gide, Max Ernst o Peggy Guggenheim, populares artistas
vanguardistas que fueron algunos de los rostros que protagonizaron sus primeros
retratos fotográficos, una actividad que compaginó con su trabajo como
asistente de Man Ray entre 1923 y 1925.
Su contribución a la historia de la fotografía
también fueron sus vívidos retratos de lesbianas y bisexuales. Entre
ellas, las jóvenes escritoras expatriadas lesbianas Margaret Anderson, Jane
Heap, Sylvia Beach, Bryher, Janet Flanner, así como el artista Gwen Le
Gallienne. En este sentido, de ella se dijo que contribuyó a "fijar un nuevo
modelo de lesbiana basado en la realidad y no en el prejuicio patológico".
En su trabajo "hay una clara intencionalidad de llegar a nuevos
modelos de representación de la mujer que no la traten como mero objeto frente
a la cámara".
Para Abbott, especialmente inspiradora fue la obra del reconocido fotógrafo francés, Eugène Atget,
y la
aspiración de éste por «captar el París que iba desapareciendo». Las obras de
Atget despertaron en ella el interés por los paisajes urbanos sometidos al
demoledor paso del tiempo, y la
llevaron, años más tarde, a comenzar su
trabajo más reconocido, el proyecto titánico de fotografiar Nueva York desde
cientos de encuadres con un estilo documentalista en el que estuvieron
presentes los elementos que marcan la vida de tantos artistas: el origen
humilde, la dedicación vehemente, la penuria económica, la injusta falta de reconocimiento
en la vida y la devoción de crítica y público a modo de triunfo póstumo.
Abbot
pasó 10 años retratando la urbe pero, como solía decir, “hacer el retrato de
una ciudad es el trabajo de una vida y ninguna foto es suficiente, porque la
ciudad está cambiando siempre”.
A
Berenice Abbott, sin duda, le inspiraban los cambios. Su cámara, Nueva York y París fueron los
únicos elementos que, de una manera u otra, siempre formaron parte de su
crecimiento artístico.
Fotografía realizada por Abbott a su amante, la crítico de arte, Elizabeth McCausland ,
con la que convivió desde 1935 hasta la muerte de McCausland en 1965.
No hay comentarios:
Publicar un comentario