jueves, 14 de junio de 2018

HUMANIDADES: Vestida para gustar, Vestida para Servir, Vestida para Usar (I); Nieves Bravo Reyes.

REVISTA Nº 3: junio 2018

Vestida para gustar, vestida para servir, vestida para usar (I).
Nieves Bravo Reyes.
 
VESTIDA PARA GUSTAR, VESTIDA PARA SERVIR, VESTIDA PARA USAR (I Parte)
Vamos a hablar de la Moda. Vamos a hacer un viaje a lo largo de la Historia de la Humanidad, tomando como eje común, la Moda y comprobando cómo ésta ha sido utilizada por el hombre, constantemente, para manipular, dominar, controlar, inmovilizar, invisibilizar y en definitiva agredir a la Mujer y su Libertad.  
 Según el diccionario, Moda es: el uso, modo o costumbre que está en boga durante un tiempo o en un determinado País. Y, gusto colectivo y cambiante en lo relativo a prendas de vestir y complementos.
Vamos a pasear y a pararnos en varias “Modas” de diferentes épocas y de diferentes civilizaciones, para ver cómo ha influido en el mundo femenino....
 VENDADO DE PIES
 En China, “chanzú” significa, literalmente, pies vendados ó tradicionalmente, Pies de Loto.
 Probablemente, se originó entre las bailarinas de clase alta, durante la Dinastía Song (937-975), en el siglo X. Consistía en aplicar una venda ajustada, en los pies de las niñas, para prevenir su crecimiento.   
 Se puso de moda, convirtiéndose en una práctica común en la clase alta y la burguesía. No, en las clases bajas, ya que impedía a las mujeres trabajar. Se volvió muy popular al  considerarlo los hombres muy atractivo.
 A finales del siglo XIX se volvió una práctica muy común, hacerlo a la mayor de las hijas de clase baja, para convertirla en Dama. La intención era lograr un matrimonio ventajoso, económicamente, y así hacer prosperar a la familia. Se suponía que no tenían que trabajar.
 Las hijas menores, no, ya que su destino era convertirse en sirvientas domésticas. Al  llegar a la edad de casarse, podían convertirse en concubinas de hombres ricos o esposas de obreros, campesinos o artesanos. Así podían hacer trabajos pesados en el campo, los negocios y afrontar tareas de ama de casa y crianza de hijos. 

A continuación copio la explicación del proceso del vendado de pies, ya que es complicado y doloroso de explicar... imaginad para ellas: las subían al cuarto de arriba, del que creo, no salían hasta su finalización y donde las obligaban a andar, a base de palos.
El proceso empezaba antes de que el arco del pie de las niñas tuviese la oportunidad de desarrollarse plenamente. El vendado comenzaba a edad temprana, entre los 2 y los 5 años, y el doloroso proceso se prolongaba durante varios años. Solía iniciarse por lo general en los meses de invierno ya que los pies estarían entumecidos por el frío y el dolor no sería tan extremo.
Primero cada pie se bañaba y sumergía en una mezcla caliente de hierbas y sangre animal: esto se hacía con la intención de ablandar el pie para ayudar al vendado. Luego las uñas se cortaban al ras para prevenir que al crecer perforasen la planta del pie y provocaran infecciones, ya que después del vendado la punta de los dedos quedaba apuntando a la planta. Las vendas de algodón de 3 metros de largo y 5 centímetros de ancho eran preparadas hundiéndolas en la misma mezcla de hierbas y sangre animal. Para permitir que el tamaño del pie se redujese, los dedos de cada pie eran doblados y presionados con fuerza contra la planta del pie hasta lograr romperlos.
Los dedos rotos eran mantenidos apretados contra la planta del pie mientras éste era estirado hacia abajo, formando línea recta con el resto de la pierna. El arco se rompía a la fuerza. Las vendas eran atadas repetidamente en forma de ocho, empezando en el interior del pie en la zona del empeine, pasando sobre los dedos, luego bajo el pie y alrededor del talón. Los dedos recién fracturados eran apretados firmemente contra la planta. Con cada vuelta de la venda, el vendaje se apretaba cada vez más estrechando el empeine y el talón entre sí. Esto provocaba que el pie roto se doblase en el arco y los dedos quedasen bajo ese doblez.
Los pies rotos de las niñas requerían gran cuidado y atención. Eran desvendados regularmente. Cada vez que el pie era desvendado debía lavarse meticulosamente, los dedos revisados en busca de heridas y las uñas cuidadosamente cortadas. Luego eran masajeados para suavizarlos y hacer que las articulaciones y los huesos se volvieran más flexibles. También era costumbre hundirlos en una mezcla para que el tejido necrótico, si lo hubiera, se desprendiese.
Inmediatamente después de este procedimiento, los dedos rotos de la niña eran plegados bajo el pie nuevamente y se repetía el vendaje. Este vendado y desvendado era repetido con la máxima frecuencia posible (para los ricos al menos una vez al día, para clases más modestas 2 o 3 veces a la semana). Eran generalmente las mujeres mayores de la familia o una profesional quien llevaba a cabo el inicial quebrado de huesos y subsiguiente vendado de los pies. Esto era considerado preferible a que lo hiciera la madre, ya que la misma podría sentir culpa por el sufrimiento de su hija y estaría menos dispuesta a ajustar bien los vendajes.
El problema más común con los pies vendados era la infección. A pesar de la cantidad de cuidados tomados regularmente como el lavado y el corte de uñas, a menudo las mismas se encarnaban e infectaban. Por esta razón, a menudo las uñas de las niñas eran extraídas en su totalidad. Lo apretado del vendaje comprometía la circulación de los dedos, que estaba prácticamente cortada y por tanto, cualquier herida tenía muy pocas expectativas de curación. Esto causaba infecciones y necrosis.
Si la infección de los tejidos de los dedos llegaba a las falanges logrando ablandarlas, desembocaba en necrosis y desprendimiento. Sin embargo, la pérdida de dedos se consideraba beneficioso porque los vendajes podían aplicarse aún más ajustados y el pie quedaría aún más pequeño. A las niñas cuyos dedos eran más carnosos a veces les ponían pedazos de vidrio o de tejas dentro del vendaje y entre los dedos para producir un corte e infección deliberadamente. A la herida le seguía inevitablemente la infección, por lo que podía producirse la muerte por shock séptico. Las niñas supervivientes a estas infecciones tenían más riesgos de sufrir complicaciones médicas a medida que iban creciendo, puesto que dichas infecciones dañaban sus órganos internos.
Al principio del vendado muchos huesos del pie quedaban rotos durante años. Con el tiempo, los huesos se acababan soldando, sobre todo cuando el tejido óseo se endurecía tras la etapa de crecimiento. Aún después de que los pies sanaran de infecciones eran propensos a quebrarse nuevamente, especialmente cuando la niña pasase por sus años adolescentes y sus huesos estuvieran todavía blandos. Las mujeres adultas tenían más probabilidad de quebrarse las caderas y otros huesos debido a caídas, pues su caminar era inestable y les costaba ponerse de pie desde una posición sentada.
 A principios del siglo XX comenzó el declive de ésta moda o uso, considerándolo una práctica bárbara y arcaica, pues provocaba discapacidades motoras de por vida, necesitando cuidados y asistencia continua.
 Aún así persistió en zonas rurales, hasta 1.949, siendo prohibida, definitivamente, por el gobierno comunista de Mao.
 A principios del siglo XIX se estimaba que el 40-50% de las mujeres chinas tenían los pies vendados. Siendo para las clases altas, casi el 100%. Más de mil millones de mujeres desde el siglo X hasta mediados del siglo XX.
 Era símbolo de belleza y un pre-requisito para encontrar esposo. Las mujeres, la familia y el esposo tenían gran orgullo de “pies pequeños”. El Largo ideal, llamado “Loto Dorado”, era de 7 cm.
 Al andar evitaban poner el peso del cuerpo en la punta del pié, tenían que hacerlo, predominantemente sobre los talones.
 Caminar requería doblar las rodillas, levemente y balancearse, para mantener el equilibrio. Provocaba una forma de andar, considerada de gran refinamiento: pasos pequeños, oscilantes y frágiles. Eran considerados altamente eróticos. Hay manuales sexuales, de la Dinastía Qing, que hablaban de 48 formas de jugar con los pies vendados.

 Normalmente estaban ocultos a los ojos de los hombres, probablemente por el mal olor que desprendían. Diversos microorganismos colonizaban los profundos pliegues provocados en el arco del pié y los dedos...aunque la mujer tuviera buena higiene, el lavado y secado era muy complicado.
 Otro “atributo” de los pies vendados era la limitación en su movilidad, por lo tanto, su impedimento para tomar parte en la vida política y social. Esto las volvía dependiente de su familia y su esposo. Se convertía en un preciado símbolo de castidad y propiedad del hombre, ya que la mujer quedaba restringida a su hogar y no podía ir lejos sin escolta o ayuda de los sirvientes.
 Anteriormente a esta práctica la mujer participaba en deportes, como la equitación y el polo, al igual que los hombres, ejercicios que tuvieron que abandonar, imposibilitadas por sus pies mutilados y...dicho de otra manera, su vida y su libertad mutiladas.

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PORTADA DE REVISTA: Bib Azahara Nº 6; septiembre 2018

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